ANALISIS DISCURSIVO DE LOS COMPONENTES DE LA LENGUA CASTELLANA
NÚCLEO
PROBLÉMICO 1:
EL ORIGEN DEL LEXICO DE LA LENGUA CASTELLANA
SANCHEZ BARRAGAN DIANA MARCELA
JULIETA COVALEDA
LICENCIATURA EN EDUCACION BASICA
CON ENFASIS EN LENGUA CASTELLANA
UNIVERSIDAD DEL TOLIMA
IDEAD ICONONZO
SEMESTRE VII
HOMOLOGACION
ICONONZO TOLIMA
2012
OBJETIVO GENERAL
Conocer raíces griegas y latinas
de uso común en la formación de
palabras castellanas.
OBJETIVOS ESPECIFICOS
Identificar las palabras
de raíz grecolatina en la
enseñanza de la lengua castellana.
Establecer aportes del latín, griego y árabe en la
formación de las palabras en el ámbito
educativo.
Afianzar
los conocimientos en el ámbito de las etimologías de las palabras en el
castellano.
INTRODUCCIÓN
A lo largo del desarrollo
del trabajo, explicaremos cómo la lengua
castellana nace, cambia y evoluciona. Por este lado podremos
comprobar que las lenguas, que en su momento eran de mayor importancia, mueren
por la aparición de otras, dando como
ejemplo nuestra lengua: El Castellano.
De este modo, el origen del castellano, los cambios que se produjeron en esta
lengua, la evolución y la
desaparición de lenguas primitivas por la aparición del castellano nos muestra que gracias a ella
nos comunicamos con otras personas y que
nos ayuda a conocer etimologías provenientes
de las raíces latín y griego que se enfocan en el origen de las palabras.
NÚCLEO PROBLÉMICO 1:
EL ORIGEN DEL LEXICO DE LA LENGUA CASTELLANA
1. ¿Qué es una familia lingüística?
R/= Una familia de lenguas es
un grupo de lenguas emparentadas históricamente y que parecen derivar de una lengua más antigua que por
diversificación dialectal dio lugar
a diferentes lenguas,
normalmente ininteligibles entre sí. En
sentido estricto, una familia de lenguas es una unidad filogenética, es decir,
todos sus miembros derivan de un ancestro común
2. ¿Cómo se identifica?
R/= Desde un punto de vista científico, a partir de Ferdinand de
Saussure se entiende por lengua el sistema de signos orales y escritos del que
disponen los miembros de una comunidad para realizar los actos lingüísticos
cuando hablan y escriben. La lengua es un inventario que los hablantes no
pueden modificar, sólo emplearlo a través del habla, es decir, el conjunto de
emisiones que los hablantes producen gracias al inventario del que disponen.
Este concepto fue ligeramente modificado por Noam Chomsky, que entiende la
lengua como el sistema interiorizado que poseen los hablantes, capaz de generar
sus realizaciones lingüísticas. El hablante las evalúa gracias a la
competencia, o sea, el dominio inconsciente que tiene de su lengua.
3. ¿Por qué se describe como
lenguas Grecolatinas o Romanceras las derivadas
del Latín?
R/= Del latín clásico, o sea el formal utilizado en la literatura y en los
círculos más instruidos y cultos, con el tiempo van surgiendo una serie de
variaciones y dialectos cuyo conjunto se conoce como el "latín
vulgar", refiriéndose al que es hablado por el pueblo.
Del latín vulgar, surgen a su vez las lenguas que conocemos como "romances", o románticas. Incluso estas lenguas derivadas del latín son conocidas como "neolatinas", lo que hace referencia a una nueva o modificada presentación del latín.
Entre estas lenguas romances, derivadas del latín, tenemos al español (entre las romances la más hablada), el francés, catalán, el portugués, el gallego, Asturleonés (grupo que incluye Asturiano, Leonés, Mirandés, Extremeño), el Sardo (hablado en Cerdeña), el italiano, napolitano, siciliano, rumano y dálmata (esta última una lengua muerta hablada en las costas de Dalmacia, actualmente Croacia).
Además una serie de dialectos y variaciones se derivan del latín, algunos desaparecidos y otros casi en desuso, pero lo anterior te sirve para tener una buena idea del alcance que ha tenido el latín para influenciar las lenguas en el mundo y la historia.
Del latín vulgar, surgen a su vez las lenguas que conocemos como "romances", o románticas. Incluso estas lenguas derivadas del latín son conocidas como "neolatinas", lo que hace referencia a una nueva o modificada presentación del latín.
Entre estas lenguas romances, derivadas del latín, tenemos al español (entre las romances la más hablada), el francés, catalán, el portugués, el gallego, Asturleonés (grupo que incluye Asturiano, Leonés, Mirandés, Extremeño), el Sardo (hablado en Cerdeña), el italiano, napolitano, siciliano, rumano y dálmata (esta última una lengua muerta hablada en las costas de Dalmacia, actualmente Croacia).
Además una serie de dialectos y variaciones se derivan del latín, algunos desaparecidos y otros casi en desuso, pero lo anterior te sirve para tener una buena idea del alcance que ha tenido el latín para influenciar las lenguas en el mundo y la historia.
4. Cómo verificar el proceso histórico de formación de las palabras
castellanas?
R/= Desde su
nacimiento, el idioma español ha sufrido una alteración constante: unas
palabras han caído en desuso, otras han variado su forma o significado, pero el
mayor movimiento lo constituye el ingreso constante de nuevas voces.
Este enriquecimiento lingüístico se ha logrado de dos maneras: adoptando palabras de otros idiomas, o bien inventándolas, por lo cual el lenguaje del ser humano va incrementando.
La segunda forma: inventándolas ha sido l que mayores frutos ha dado y la que ha servido para llenar las necesidades expresivas de los hispanohablantes.
Esta formación de palabras de ha utilizado dos procedimientos lingüísticos frecuentes: derivación y composición.
Este enriquecimiento lingüístico se ha logrado de dos maneras: adoptando palabras de otros idiomas, o bien inventándolas, por lo cual el lenguaje del ser humano va incrementando.
La segunda forma: inventándolas ha sido l que mayores frutos ha dado y la que ha servido para llenar las necesidades expresivas de los hispanohablantes.
Esta formación de palabras de ha utilizado dos procedimientos lingüísticos frecuentes: derivación y composición.
5. ¿Cómo identificar el aporte del Latín, Griego y Árabe
en la formación lexical de la Lengua Castellana?
R/= El español es una
evolución del latín hablado en la Península Ibérica, que sufrió influencias de
los invasores visigodos y árabes y, más recientemente, de otras lenguas
europeas.
Tras la caída del Imperio Romano, hacia el siglo V de nuestra era, España fue invadida por los visigodos, que acabaron por integrarse a la población y dejaron una fuerte impronta en el castellano.
Hacia el siglo VIII, los árabes invadieron España y llegaron a ocupar la mayor parte de la península, hasta ser definitivamente expulsados a fines del siglo XV. El diccionario de la Academia registra más de 1.300 términos de origen árabe, pero se cree que en la lengua existen cerca de 4.000, si se incluyen prefijos, sufijos y topónimos.
Por otra parte, no se debe olvidar la supervivencia, aunque escasa, de las lenguas prerromanas (habladas en la península antes de la llegada de los romanos), como la ibérica, la fenicia, la tartesia y la celta, que dejaron su marca en topónimos como Cádiz, Málaga y Palencia, entre muchos otros. Ni de la lengua vasca, que pervive aún hoy.
La lengua árabe fue decisiva en la configuración de las lenguas de España, pues en la Península Ibérica se asentó durante ocho siglos la dominación de este pueblo.
El legado de los árabes fue fundamentalmente léxico, pues influyeron escasamente en el sistema fonético, así como en la morfología y en la sintaxis.
Nos dejaron palabra tales como atalayas, alcalde, ronda, alguacil, almoneda, almacén. Aprendieron a contar y medir con ceros, quilates, quintales, fanegas y arrobas; aprendieron de sus alfayates (hoy sastres), alfareros, albañiles que construían zaguanes, alcantarillas o azoteas y cultivaron albaricoques, acelgas o algarrobas que cuidaban y regaban por medio de acequias, aljibes, albuferas, norias y azadones. Influyeron en la pronunciación de la s- inicial latina en j- como en jabón del latín 'saponem'. Añadieron el sufijo -í en la formación de los adjetivos y nombres como jabalí, marroquí, magrebí, alfonsí o carmesí. Se arabizaron numerosos topónimos como por ejemplo Zaragoza de "Caesara (u) gusta", o Baza de "Basti". El Diccionario de la Academia incluye 1.385 voces de origen árabe, pero el total es bastante mayor; probablemente hay en nuestra lengua un acervo de más de 4.000 palabras de ese origen, si se incluyen sufijos, prefijos y topónimos.
Tras la caída del Imperio Romano, hacia el siglo V de nuestra era, España fue invadida por los visigodos, que acabaron por integrarse a la población y dejaron una fuerte impronta en el castellano.
Hacia el siglo VIII, los árabes invadieron España y llegaron a ocupar la mayor parte de la península, hasta ser definitivamente expulsados a fines del siglo XV. El diccionario de la Academia registra más de 1.300 términos de origen árabe, pero se cree que en la lengua existen cerca de 4.000, si se incluyen prefijos, sufijos y topónimos.
Por otra parte, no se debe olvidar la supervivencia, aunque escasa, de las lenguas prerromanas (habladas en la península antes de la llegada de los romanos), como la ibérica, la fenicia, la tartesia y la celta, que dejaron su marca en topónimos como Cádiz, Málaga y Palencia, entre muchos otros. Ni de la lengua vasca, que pervive aún hoy.
La lengua árabe fue decisiva en la configuración de las lenguas de España, pues en la Península Ibérica se asentó durante ocho siglos la dominación de este pueblo.
El legado de los árabes fue fundamentalmente léxico, pues influyeron escasamente en el sistema fonético, así como en la morfología y en la sintaxis.
Nos dejaron palabra tales como atalayas, alcalde, ronda, alguacil, almoneda, almacén. Aprendieron a contar y medir con ceros, quilates, quintales, fanegas y arrobas; aprendieron de sus alfayates (hoy sastres), alfareros, albañiles que construían zaguanes, alcantarillas o azoteas y cultivaron albaricoques, acelgas o algarrobas que cuidaban y regaban por medio de acequias, aljibes, albuferas, norias y azadones. Influyeron en la pronunciación de la s- inicial latina en j- como en jabón del latín 'saponem'. Añadieron el sufijo -í en la formación de los adjetivos y nombres como jabalí, marroquí, magrebí, alfonsí o carmesí. Se arabizaron numerosos topónimos como por ejemplo Zaragoza de "Caesara (u) gusta", o Baza de "Basti". El Diccionario de la Academia incluye 1.385 voces de origen árabe, pero el total es bastante mayor; probablemente hay en nuestra lengua un acervo de más de 4.000 palabras de ese origen, si se incluyen sufijos, prefijos y topónimos.
6. ¿Lengua Española o Lengua Castellana?
R/= Esta lengua también se llama castellano, por ser el
nombre de la comunidad lingüística que habló esta modalidad románica en tiempos
medievales: Castilla. Existe alguna polémica en torno a la denominación del
idioma; el término español es relativamente reciente y no es admitido por los
muchos hablantes bilingües del Estado Español, pues entienden que español
incluye los términos valenciano, gallego, catalán y vasco, idiomas a su vez de
consideración oficial dentro del territorio de sus comunidades autónomas
respectivas; son esos hablantes bilingües quienes proponen volver a la
denominación más antigua que tuvo la lengua, castellano entendido como 'lengua
de Castilla'.
En los países hispanoamericanos se ha conservado esta denominación y no plantean dificultad especial a la hora de entender como sinónimos los términos castellano y español.
En los países hispanoamericanos se ha conservado esta denominación y no plantean dificultad especial a la hora de entender como sinónimos los términos castellano y español.
CONCLUSIÓN
En conclusión
la mayoría de las palabras que surgen o se modifican en el lenguaje lo hacen
por su uso constante. El lenguaje no es algo estático sino que evoluciona, se
modifica y se retroalimenta, con esto se
busca que se aprenda mayor vocabulario
ya que de esta forma se mejora el léxico
de los sujetos que la hablan en los diversos contextos y en la parte escrita, por que aún se
desconocen bastantes palabras
de donde provienen y sus raíces
grecolatinas y el uso que se les da en
la vida diaria , medicina , historia , anatomía , etc.
BIBLIOGRAFIA
El Gran Saber Larousse, Enciclopedia Metódica
Larousse, Tomo 10, Lord Cochrane S.A., Santiago de Chile, 1992.
Arana Rodríguez,
Alejandra. Etimologías grecolatinas. Práctica, ocios y teoría. Edere. México,
2007
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