Literatura Precolombina
Maximiliano José Roberto
La epopeya de Yurupary sobrevivió,
transmitida de generación en generación, a cuatro siglos de historia de
conquista y colonización. A finales del Siglo XIX, el indio Maximiliano José
Roberto, descendiente de jefes indígenas Manaos y Tarianas, recogió las
leyendas y escribió en lengua Ñengatú, lengua indígena hablada en la zona del
Vaupés, una versión del mito. Este material llegó a manos del Conde Ermanno
Stradelli (1852-1926) quien vivió la mayor parte del tiempo en el Brasil y
tradujo al italiano el manuscrito para su publicación. El historiador
antioqueño Pastor Restrepo Lince la tradujo del italiano al castellano. Su obra
permanece inédita. Javier Arango Ferrer la menciona, por primera vez, como una
obra que pertenece a nuestro patrimonio literario en su libro Raíz y desarrollo
de la Literatura Colombiana.
La leyenda de Yurupary
es muy extensa, y tiene numerosas variantes , según la tribu o el sitio donde
está propagada; pero, en resumen puede decirse que es un mito
religioso-agrícola que celebra la fertilidad y, al mismo tiempo, es un
ceremonial iniciático para los jóvenes, un rito encaminado a preservar del
incesto, un culto a los antepasados, un mito secreto masculino machista, y una
exaltación de Yurupary, héroe fabuloso, cuya presencia se invoca para renovar
las creencias en sus leyes y enseñanzas.
Sucintamente,
Yurupary hace relación a un ser hermoso y extraordinario nacido de una virgen, que quedó embarazada por haber comido de
un fruto prohibido, y que realiza hazañas asombrosas y tiene aspecto peculiar,
porque su cuerpo irradia luz o fuego, y está dotado de agujeros que producen
sonidos musicales, o truenos, según el caso. Es además un enviado del sol, y
busca una mujer que no sea curiosa, ni chismosa, ni libidinosa, y tiene una
misión religiosa que cumplir. Así, luego de recibir la piedra cilíndrica y
emblemática de la luna, inicia su labor y dicta leyes, ordena ayuno
obligatorio, enseña a cultivar el maíz y establece cantos, bailes y ceremonias
rituales. Pero las mujeres quieren conocer los secretos del culto, que les
están vedados y espían a los hombres, por lo que Yurupary las castiga,
convirtiéndolas en piedras y devorando a sus hijos. Los ancianos entonces
deciden darle muerte y después de emborracharlo, lo arrojan a una hoguera; pero
del cuerpo del héroe brotan palmas que crecen rapidísimamente, y por ellas
Yurupary trepa hasta el cielo. En su ausencia, las mujeres, que han vuelto a la
vida, se roban los instrumentos sagrados, que son la voz de Yurupary, y esto da
lugar a un cambio de status social, en el que las mujeres predominan, se hacen
cargo del culto, y los hombres en cambio tienen que trabajar en las labores del
hogar y sufren menstruación.
En este período, Yurupary se hace presente de
nuevo, completa su misión evangelizadora, restableciendo el predominio
masculino, y conoce por primera vez el amor humano; pero falla en la búsqueda
de la mujer perfecta, que no puede encontrar sobre la tierra. Entonces se
despide de sus discípulos y desaparece caminando siempre hacia el oriente.
Literatura del Descubrimiento y la Conquista
(Cronista)
Juan Rodríguez Freyle
Rodríguez Freile, (Escritor de crónicas de los desarraigados) hijo
de Juan Freyle, cantante de Pedro de Ursúa, y Catalina Rodríguez. Aunque los detalles de
su infancia son mínimos, se sabe que ingresó al seminario pero nunca se ordenó
sacerdote.
No se sabe con certeza la fecha
de su muerte, pero generalmente se ubica alrededor de 1640.
Muy pocos documentos dicen algo
de Juan Rodríguez Freile. Se sabe, por la fecha que figura en su partida de
bautismo1, 7 de Mayo de 1566, que el autor no pudo presenciar ni participar en
los sucesos del descubrimiento y conquista del Nuevo Reino de Granada, muy
anteriores.
El historiador Guillermo
Hernández de Alba encontró en un "Registro de escrituras públicas de los años de 1609 y
1670" algunos documentos referentes al autor. Se trata de papeles
relacionados con un juicio de tutela de unos menores de edad. El tutor de los
menores era Rodríguez Freyle. Este solicita que se citen testigos para
ratificar que él y su esposa viven de lo que produce una propiedad ubicada en
el valle de Guasca y que es persona pobre, incapaz de ocuparse del cuidado de
los bienes de los menores. Finalmente, los testigos declaran conforme a las
expectativas del interesado y, además, añaden que hacia 1609 Freile era
"muy gordo" y "muy cargado".
Por último, Fernando Martínez dio a conocer algunos papeles autógrafos del
escritor descubiertos por Guillermo Hernández de Alba. Todos ellos tienen que
ver con una causa judicial que por deudas se le siguió al autor entre los años
1621 y 1630. Según parece, este y el capitán Gutiérrez de Montemayor tenían en
común negocios de tipo agrícola. Una deuda impagada contraída con el capitán y
reconocida, da lugar a un turbio proceso. Freile se verá desposeído de sus
bienes, rematados, a sus espaldas, a un precio irrisorio frente a su valor
real. Carente de influencias, sus reclamaciones ante las autoridades jamás
surten efecto. En 1630 se falla en su contra y sin derecho a apelación.
Terminará por vender lo que le queda para pagarle a su antiguo socio lo que por
injusticia aún le debe. En la ruina más absoluta transcurren los últimos años
de su vida.
En un documento que reabre el litigio, fechado el 2 de Diciembre de 1642,
se da por muerto a Rodríguez Freyle. Los frailes agustinos reclaman a su viuda
e hijos el pago de cuentas todavía pendientes, en calidad de herederos de las
posesiones del ex-capitán Gutiérrez de Montemayor, miembro de la orden también
fallecido.
Ante la práctica ausencia de datos, las biografías del autor, sin
excepción, han sido construidas a partir del propio Carnero.
El Carnero
El Carnero es cronológico y empieza con la organización de la expedición de Fernández
de Lugo que partió de Santa Marta a la conquista del altiplano cundiboyacense.
Describe también la conquista de los cacicazgos de Tunja, Bogotá y Guatavita,
aunque la mayor parte de la obra se concentra en el estudio del establecimiento
de la Audiencia y su desempeño a lo largo de algo más de medio siglo. Más que
la simple relación gubernativa en la que se presentan cronológicamente los
gobiernos de la Audiencia, los arzobispados y las alcaldías, el texto de
Rodríguez Freyle contrasta sus valores y, en todo caso, sugiere sus aportes
positivos o negativos a la prosperidad del reino.
El Carnero se acerca
también a los discursos morales del siglo XVI. Sin duda, el autor conoció las
disertaciones de Luis Vives, fray Luis de Granada y fray Antonio de Guevara
respecto a las pasiones humanas. Además recordemos que Rodríguez Freyle
escribió su obra a una edad bastante avanzada. Es por lo que resulta
comprensible su insistencia en moralizar sobre el mal de la belleza femenina.
No duda en afirmar que es la perdición de los hombres. Otro tema recurrente en
este aspecto son los celos de amor. Pero bien, entendamos que los siglos XVI y
XVII fueron la época de esplendor de la cultura del honor. Así, los frecuentes
duelos y venganzas por honor, ocurridos en Santa Fe, son relatados con todo su
sentido dramático.
En términos de género, El Carnero no es una crónica histórica en
sentido estricto. Es más bien, una combinación de géneros como la propia
crónica, el relato picaresco y el sermón moral. Estos distintos géneros se
mezclan en un relato escrito en forma gustosa y cálida. Óscar Gerardo Ramos,
quien escribiera una presentación a una de la ediciones más populares de El
Carnero (1968), observó que estaba conformado por un conjunto de histórielas.
Especie de narraciones breves, tal vez antecedente del cuento, la históriela le
permitió a Rodríguez Freyle narrar historias asombrosas, divertidas y picantes
que resultan sorprendentes para su época.
Unas de Las
mejores poesías y poetas de Latinoamérica
Sor Juana
Inés de la cruz (Mexicana)
Juana Inés Asbaje y Ramírez de Santillana conocida como Sor Juana Inés de la Cruz, (San Miguel Nepantla, México, 12 de noviembre de 16511 – Ciudad de México, México, 17 de abril de 1695) fue una religiosa católica, poetisa y dramaturga novohispana del Siglo de Oro español. Cultivó la lírica y el teatro, así como la prosa. Por la importancia de su obra, recibió los sobrenombres de El Fénix de América y La décima Musa.
A muy temprana edad aprendió a leer y a escribir. Perteneció a la corte del virrey de Mancera. En 1667 ingresó a la vida religiosa a fin de consagrarse por completo a la literatura. Sus más importantes mecenas fueron los Marqueses de la Laguna, virreyes de la Nueva España, quienes publicaron sus obras en España. Murió a causa de una epidemia el 17 de abril de 1695.
Sor Juana Inés de la Cruz ocupa, junto a Juan Ruiz de Alarcón y a Carlos de Sigüenza y Góngora, el lugar más destacado de la literatura novohispana.3 En el campo de la lírica su trabajo se adscribe a los lineamientos del Barroco hispano en su etapa tardía. La producción lírica de Sor Juana, que supone la mitad de su obra, es un crisol donde convergen la cultura de una Nueva España en apogeo, el culteranismo de Góngora y la obra conceptista de Quevedo y Calderón.
La obra dramática de Sor Juana va de lo religioso a lo profano. Sus obras más destacables en este género son Amor es más laberinto, Los empeños de una casa y una serie de autos sacramentales diseñados para representarse en la corte.
Al que
ingrato me deja, busco amante...
Al que
ingrato me deja, busco amante;
al que amante me sigue, dejo ingrata;
constante adoro a quien mi amor maltrata;
maltrato a quien mi amor busca constante.
Al que trato de amor, hallo diamante,
y soy diamante al que de amor me trata;
triunfante quiero ver al que me mata,
y mato al que me quiere ver triunfante.
Si a éste pago, padece mi deseo;
si ruego a aquél, mi pundonor enojo:
de entrambos modos infeliz me veo.
Pero yo, por mejor partido, escojo
de quien no quiero, ser violento empleo,
que, de quien no me quiere, vil despojo.
al que amante me sigue, dejo ingrata;
constante adoro a quien mi amor maltrata;
maltrato a quien mi amor busca constante.
Al que trato de amor, hallo diamante,
y soy diamante al que de amor me trata;
triunfante quiero ver al que me mata,
y mato al que me quiere ver triunfante.
Si a éste pago, padece mi deseo;
si ruego a aquél, mi pundonor enojo:
de entrambos modos infeliz me veo.
Pero yo, por mejor partido, escojo
de quien no quiero, ser violento empleo,
que, de quien no me quiere, vil despojo.
José
Batres Montúfar (Salvadoreño)
José Batres Montúfar, (18 de marzo de 1809 - 9 de julio de 1844), escritor, político y militar que nació en la ciudad de San Salvador, en El Salvador (en aquella época, una provincia de Guatemala); hijo de José Mariano Batres y Asturias y de Mercedes Montúfar y Coronado. Provenía de la vieja alcurnia de familias coloniales.
Se le ha llamado el mejor poeta guatemalteco del siglo XIX, por su obra intelectual sin parangón en las letras de ese tiempo en Guatemala, sólo comparable a lo que consiguió en la prosa el novelista José Milla y Vidaurre, promotor de la difusión de las composiciones de Batres Montúfar, prontamente olvidadas incluso en las décadas siguientes a su deceso.
Entre muchos de los escritores que lo mencionaron, como Menéndez y Pelayo y José Martí, el célebre erudito de la literatura hispanoamericana Pedro Henríquez Ureña diría de él: "El mejor de los poetas dotados del don del humor".
Y
pienso en ti
Yo pienso en
ti, tú vives en mi mente
sola, fija, sin tregua, a toda hora,
aunque tal vez el rostro indiferente
no deje reflejar sobre mi frente
la llama que en silencio me devora.
En mi lóbrega y yerta fantasía
brilla tu imagen apacible y pura,
como el rayo de luz que el sol envía
a través de una bóveda sombría
al roto mármol de una sepultura.
Callado, inerte, en estupor profundo,
mi corazón se embarga y se enajena
y allá en su centro vibra moribundo
cuando entre el vano estrépito del mundo
la melodía de tu nombre suena.
Sin lucha, sin afán y sin lamento,
sin agitarme en ciego frenesí,
sin proferir un solo, un leve acento,
las largas horas de la noche cuento
¡y pienso en ti!
sola, fija, sin tregua, a toda hora,
aunque tal vez el rostro indiferente
no deje reflejar sobre mi frente
la llama que en silencio me devora.
En mi lóbrega y yerta fantasía
brilla tu imagen apacible y pura,
como el rayo de luz que el sol envía
a través de una bóveda sombría
al roto mármol de una sepultura.
Callado, inerte, en estupor profundo,
mi corazón se embarga y se enajena
y allá en su centro vibra moribundo
cuando entre el vano estrépito del mundo
la melodía de tu nombre suena.
Sin lucha, sin afán y sin lamento,
sin agitarme en ciego frenesí,
sin proferir un solo, un leve acento,
las largas horas de la noche cuento
¡y pienso en ti!
José Martí
(Cubano)
José Julián Martí y Pérez (La Habana, Cuba, 28 de enero de 1853 – Dos Ríos, Cuba, 19 de mayo de 1895), también conocido por los cubanos como El Apóstol, fue un político, pensador, periodista, filósofo, poeta y masón cubano, creador del Partido Revolucionario Cubano y organizador de la Guerra del 95 o Guerra Necesaria. Su movimiento literario fue el modernismo.
Poema
XIII - Mucho Señora Daría de José Martí
Mucho,
señora, daría
Por tender sobre tu espalda
Tu cabellera bravía,
Tu cabellera de gualda:
Despacio la tendería,
Callado la besaría.
Por sobre la oreja fina
Baja lujoso el cabello,
Los mismo que una cortina
Que se levanta hacia el cuello.
La oreja es obra divina
De porcelana de China.
Mucho, señora, te diera
Por desenredar el nudo
De tu roja cabellera
Sobre tu cuello desnudo:
Muy despacio la esparciera,
Hilo por hilo la abriera.
Por tender sobre tu espalda
Tu cabellera bravía,
Tu cabellera de gualda:
Despacio la tendería,
Callado la besaría.
Por sobre la oreja fina
Baja lujoso el cabello,
Los mismo que una cortina
Que se levanta hacia el cuello.
La oreja es obra divina
De porcelana de China.
Mucho, señora, te diera
Por desenredar el nudo
De tu roja cabellera
Sobre tu cuello desnudo:
Muy despacio la esparciera,
Hilo por hilo la abriera.
José María Alonso y Trelles Jarén, conocido como «El Viejo Pancho», (Ribadeo, 7 de mayo de 1857 – Montevideo, 28 de julio de 1924) fue un escritor y poeta gauchesco uruguayo de origen gallego.
Radicado en su juventud en la localidad uruguaya de Tala, tuvo a su cargo las publicaciones satíricas El Tala Cómico y Momentáneas. Sus aportes literarios más importantes se dieron en el campo de la lírica, que cultivó en la forma de poesía gauchesca y a la que contribuyó ampliamente a través de los semanarios tradicionalistas El terruño, El fogón y El ombú. En 1915 publicó su obra maestra llamada Paja brava en la cual recopiló la mayoría de sus textos del mencionado género. Hacia el final de sus días ocupó una banca como diputado por el departamento de Canelones.
¡Que por qué
ando yo ansina como enojáo y triste!
¿Pa qué querés saberlo, mi linda flor del céibo?
Los días del verano, que son pal mozo auroras,
son tardes melancólicas pa los que van pa viejos.
Pa yo pioder contarte la historia de mis penas
tendría que ir despacio pialando mis recuerdos...
dejálos que el olvido los ate a su palenque,
que yo, pa dir guapiando, ya no preciso de ellos.
Más bien cebá un amargo de los que tú acostumbras
pa despuntar el vivio... para dir haciendo tiempo...
¡Quién sabe si algún día, sin óirlo de mis labios,
no sabés por qué peno!
Pero hoy tuvía es temprano pa que esa cabecita,
que pide pa adornarse la roja flor del ceibo,
comprienda que se pueden hayar sobre la almohada
tristezas que nos áhugan en vez de lindos sueños.
Cebá, cebáme, un mate, que yo pa entretenerte,
te vi´a contar un cuento,
que, aunque es todo él mentira,
tal vez se te haga cierto.
Era como vos moza y era como vos linda
y como vos tenía por ojos dos luceros,
ande se ahicharraban de un corazón las alas,
del corazón de un gáucho que se miraba en ellos.
Era un cantor y pueta de esos que en la guitarra
ponen en vez de cuerdas sus delicados nervios
y cantan en sus "décimas" bravuras de los héroes
y penas en sus "tristes", y amores en sus "cielos".
Ella tuvo al principio p´al payador amante
en los ojos ternuras y en la boquita besos...
¡Eran como palomas que van buscando el monte
p´hacer entre los sáuces el nido de sus sueños!
Dispués... ¿sabés, mi china, que está lindo tu mate?
Más lindo que mi cuento;
nos dés güelta a la yerba, seguí, seguí cebando,
pa ver si se me apaga la sé que estoy sintiendo...
Dispués... ¡Óigale el duro!
¿Sabés que no me acuerdo?
Mirá, sacá esa astiya que está haciendo humareda...
me lloran ya los ojos... prestáme tu pañuelo...
José Asunción Silva (Colombiano)
¿Pa qué querés saberlo, mi linda flor del céibo?
Los días del verano, que son pal mozo auroras,
son tardes melancólicas pa los que van pa viejos.
Pa yo pioder contarte la historia de mis penas
tendría que ir despacio pialando mis recuerdos...
dejálos que el olvido los ate a su palenque,
que yo, pa dir guapiando, ya no preciso de ellos.
Más bien cebá un amargo de los que tú acostumbras
pa despuntar el vivio... para dir haciendo tiempo...
¡Quién sabe si algún día, sin óirlo de mis labios,
no sabés por qué peno!
Pero hoy tuvía es temprano pa que esa cabecita,
que pide pa adornarse la roja flor del ceibo,
comprienda que se pueden hayar sobre la almohada
tristezas que nos áhugan en vez de lindos sueños.
Cebá, cebáme, un mate, que yo pa entretenerte,
te vi´a contar un cuento,
que, aunque es todo él mentira,
tal vez se te haga cierto.
Era como vos moza y era como vos linda
y como vos tenía por ojos dos luceros,
ande se ahicharraban de un corazón las alas,
del corazón de un gáucho que se miraba en ellos.
Era un cantor y pueta de esos que en la guitarra
ponen en vez de cuerdas sus delicados nervios
y cantan en sus "décimas" bravuras de los héroes
y penas en sus "tristes", y amores en sus "cielos".
Ella tuvo al principio p´al payador amante
en los ojos ternuras y en la boquita besos...
¡Eran como palomas que van buscando el monte
p´hacer entre los sáuces el nido de sus sueños!
Dispués... ¿sabés, mi china, que está lindo tu mate?
Más lindo que mi cuento;
nos dés güelta a la yerba, seguí, seguí cebando,
pa ver si se me apaga la sé que estoy sintiendo...
Dispués... ¡Óigale el duro!
¿Sabés que no me acuerdo?
Mirá, sacá esa astiya que está haciendo humareda...
me lloran ya los ojos... prestáme tu pañuelo...
José Asunción Silva (Colombiano)
José Asunción Silva (Bogotá, 27 de noviembre de 1865 - Bogotá, 23 de mayo de1896) fue un poeta colombiano. Su importancia para la literatura estriba, esencialmente, en haber sido, uno de los más importantes precursores del modernismo; y, según otro sector de la crítica, uno de los más importantes escritores de la primera generación de escritores modernistas.
Dado que es un ícono de la poesía hispana y un personaje colombiano memorable, el pintor José Cárdenas realizó el diseño completo del billete de cinco mil pesos, invitado por el Banco de la República de Colombia a hacerle homenaje a este importante poeta. Una sección del nocturno, y la imagen de Elvira aparecen en el revés del billete.
¡Poeta!, ¡di paso
los furtivos besos!...
¡La sombra! ¡Los recuerdos! La luna no vertía
allí ni un solo rayo... Temblabas y eras mía
Temblabas y eras mía bajo el follaje espeso,
una errante luciérnaga alumbró nuestro beso,
el contacto furtivo de tus labios de seda...
La selva negra y mística fue la alcoba sombría...
En aquel sitio el musgo tiene olor de reseda...
Filtró luz por las ramas cual si llegara el día,
entre las nieblas pálidas la luna aparecía...
¡Poeta, di paso
los íntimos besos!
¡Ah, de las noches dulces me acuerdo todavía!
En señorial alcoba, do la tapicería
amortiguaba el ruido con sus hilos espesos
desnuda tú en mis brazos fueron míos tus besos;
tu cuerpo de veinte años entre la roja seda,
tus cabellos dorados y tu melancolía
tus frescuras de virgen y tu olor de reseda...
Apenas alumbraba la lámpara sombría
los desteñidos hilos de la tapicería.
¡Poeta, di paso
el último beso!
¡Ah, de la noche trágica me acuerdo todavía!
El ataúd heráldico en el salón yacía,
mi oído fatigado por vigilias y excesos,
sintió como a distancia los monótonos rezos!
Tú, mustia, yerta y pálida entre la negra seda,
la llama de los cirios temblaba y se movía,
perfumaba la atmósfera un olor de reseda,
un crucifijo pálido los brazos extendía
y estaba helada y cárdena tu boca que fue mía!
Luis Gonzaja Urbina (Mexicano)
Luis Gonzaga Urbina (Ciudad de México, 8 de febrero de 1864 — Madrid, España, 18 de noviembre de 1934) fue un escritor mexicano. Figura entre los grandes poetas mexicanos por su calidad estética, madurez, y por haber incursionado en la transición entre el romanticismo y el modernismo. Cuando residió en el extranjero, fue nombrado miembro correspondiente de la Academia Mexicana de la Lengua.
Luis Gonzaga Urbina (Ciudad de México, 8 de febrero de 1864 — Madrid, España, 18 de noviembre de 1934) fue un escritor mexicano. Figura entre los grandes poetas mexicanos por su calidad estética, madurez, y por haber incursionado en la transición entre el romanticismo y el modernismo. Cuando residió en el extranjero, fue nombrado miembro correspondiente de la Academia Mexicana de la Lengua.
Era un
cautivo beso enamorado
de una mano de nieve, que tenía
la apariencia de un lirio desmayado
y el palpitar de un ave en la agonía.
Y sucedió que un día,
aquella mano suave
de palidez de cirio,
de languidez de lirio,
de palpitar de ave....
se acercó tanto a la prisión del beso,
que ya no pudo más el pobre preso
y se escapó; mas, con voluble giro,
huyó la mano hasta el confín lejano,
y el beso que volaba tras la mano,
rompiendo el aire, se volvió suspiro.
de una mano de nieve, que tenía
la apariencia de un lirio desmayado
y el palpitar de un ave en la agonía.
Y sucedió que un día,
aquella mano suave
de palidez de cirio,
de languidez de lirio,
de palpitar de ave....
se acercó tanto a la prisión del beso,
que ya no pudo más el pobre preso
y se escapó; mas, con voluble giro,
huyó la mano hasta el confín lejano,
y el beso que volaba tras la mano,
rompiendo el aire, se volvió suspiro.
Rubén Darío
(Nicaragüense)
Félix Rubén García Sarmiento, conocido como Rubén Darío (Metapa, hoy Ciudad Darío, Matagalpa, 18 de enero de 1867 - León, 6 de febrero de 1916), fue un poeta nicaragüense, máximo representante del Modernismo literario en lengua española. Es posiblemente el poeta que ha tenido una mayor y más duradera influencia en la poesía del siglo XX en el ámbito hispánico. Es llamado príncipe de las letras castellanas.
Canción
de Otoño en Primavera
Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer.
Plural ha sido la celeste
historia de mi corazón.
Era una dulce niña, en este
mundo de duelo y aflicción.
Miraba como el alba pura;
sonreía como una flor.
Era su cabellera obscura
hecha de noche y de dolor.
Yo era tímido como un niño.
Ella, naturalmente, fue,
para mi amor hecho de armiño,
Herodías y Salomé...
Juventud, divino tesoro
¡ya te vas para no volver...!
Cuando quiero llorar, no lloro,
y a veces lloro sin querer...
La otra fue más sensitiva,
y más consoladora y más
halagadora y expresiva,
cual no pensé encontrar jamás.
Pues a su continua ternura
una pasión violenta unía.
En un peplo de gasa pura
una bacante se envolvía...
En sus brazos tomó mi ensueño
y lo arrulló como a un bebé...
Y le mató, triste y pequeño
falto de luz, falto de fe...
Juventud, divino tesoro,
¡te fuiste para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro,
y a veces lloro sin querer...
Otra juzgó que era mi boca
el estuche de su pasión
y que me roería, loca,
con sus dientes el corazón
poniendo en un amor de exceso
la mira de su voluntad,
mientras eran abrazo y beso
síntesis de la eternidad:
y de nuestra carne ligera
imaginar siempre un Edén,
sin pensar que la Primavera
y la carne acaban también...
Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!...
Cuando quiero llorar, no lloro,
¡y a veces lloro sin querer!
¡Y las demás!, en tantos climas,
en tantas tierras, siempre son,
si no pretexto de mis rimas,
fantasmas de mi corazón.
En vano busqué a la princesa
que estaba triste de esperar.
La vida es dura. Amarga y pesa.
¡Ya no hay princesa que cantar!
Mas a pesar del tiempo terco,
mi sed de amor no tiene fin;
con el cabello gris me acerco
a los rosales del jardín...
Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!...
Cuando quiero llorar, no lloro,
y a veces lloro sin querer...
¡Mas es mía el Alba de oro!
Andrés Eloy Blanco (Venezolano)
Poeta, abogado, político, internacionalista y educador, nació en Cumaná, Estado Sucre, el 6° de agosto de 1897. Su casa natal, es hoy un monumento histórico, visitado con unción por todos aquellos que se deleitaron con sus maravillosos versos.
Gran parte de su infancia la pasó en las playas del golfo de Cariaco. Hizo sus estudios superiores en la Universidad de Caracas, recibiéndose de abogado, aun cuando nunca ejerció dicha profesión.
Desde muy joven se dedicó a la poesía, triunfando ampliamente en 1916, con el Primer Premio de los Juegos Florales de Caracas. Más tarde fue galardonado en España, ganando el Concurso Hispanoamericano de poesía, celebrado en Madrid. Su poema premiado se titulaba "Canto a España".
Revolucionario, de profundas convicciones democráticas, luchó clandestinamente contra la dictadura de Juan Vicente Gómez. Estuvo preso entre 1928 y 1932. Cuando fue sacado de la prisión lo embarcaron rumbo al exilio.
Regresó al país en 1935, a la muerte de Gómez, actuando en el partido Acción Democrática.
Es vasta la obra de Andrés Eloy Blanco, comprende numerosos libros de versos, destacándose entre los mejores "Tierras que me oyeron", "Barco de piedra", "Poda", "Baedecker 2.000", "A un año de tu luz" y "Giraluna".
También sobresalió como autor teatral, publicando obras de gran aceptación como "El Cristo de las Violetas", "Abigail" y "Al pie de la Virgen". Fue un exquisito orador. Uno de sus discursos más celebrados fue el que pronunció ante los restos de Pérez Bonalde, cuando fueron repatriados en 1946.
Andrés Eloy Blanco está considerado como el poeta más popular de Venezuela. Sus versos los recitan por igual adultos y niños. Fue un gran romántico, que cantaba las alegrías y las esperanzas de las gentes del pueblo.
Se inició en la masonería en 1925, en la Resp: Log: "Candor" N° 27, de San Fernando de Apure. Oficialmente nunca pasó del Grado de Aprendiz Masón, aun cuando hay quienes aseguran que en México, logró escalar hasta el sublime Grado de Maestro.
Murió trágicamente en México el 21 de mayo de 1955. Cuando cruzaba una calle fue atropellado por un automóvil, Malherido fue recogido y llevado al hospital. Los médicos nada pudieron hacer para salvarle la vida,
Coplas del amor Viajero
Ya pasaste por mi casa,
a flor de ti la sonrisa...
Fuiste un ensueño de gasa;
fuiste una gasa en la brisa...
Te vi flotar en la bruma
que tu blancura aureola,
como un boceto de espuma
sobre un pedestal de ola.
Yo, que he buscado el lucero
que a Belén lleva el camino,
preso por lazos de acero
al potro de mi destino,
Pensé: —En sus brazos, con Ella,
¡romperé, acero, tus lazos!
¿Para qué quiere una estrella
quien tiene al cielo en los brazos?
Y tan cerca llegué a verte
que te rozaba mi dedo...
Tuve miedo de quererte...
y ya es querer, tener miedo.
Ansiosos se han emboscado
en mis ojos, mis antojos,
y tú también me has besado
veinte veces con los ojos.
Y tu mano pasionaria,
aquella noche huyó en vano,
porque mi mano corsaria
fue gavilán de tu mano.
Y he sentido que temblaban
tus labios en el café,
cuando mis pies se angustiaban
acorralando tu pie...
Pero te vas, sin dejar
ni una huella en el camino...
Sombra azul que cruza el mar
la borra el azul marino...
No sé si me olvidarás
ni si es amor este miedo;
yo solo sé que te vas,
yo solo sé que me quedo.
Tal vez mañana, un mañana
remoto, traiga a tu lado,
con el sol, por tu ventana,
un rayo azul del pasado.
Releyendo viejas cosas
y evocando cosas idas,
entre amarillentas rosas
y epístolas desvaídas,
Encontrarás al acaso
entre coplas del camino,
como en el fondo de un vaso
roto una mancha de vino.
Al oído de la nieta
tu voz de abuela hablará:
–Son los versos de un poeta
que no sé si existe ya...
Ella dirá: –¿Cómo era?
¿Cruzará ignotos países
y cual tú, sombra viajera,
tendrá los cabellos grises?
Yo, entre tanto, junto al mar,
esperaré tu venida
y en un eterno esperar
se me pasará la vida.
Vida traidora, por quien
todo este Sueño se muere,
si no te hice ningún bien,
¿por qué tu mano me hiere?
Mi voz querrá ensordecer
al propio mar con su llanto:
¿Por qué no la vuelvo a ver,
mi Dios, si la quiero tanto?
Y mi canción irá sola
hacia donde tú te pierdes...
donde ella pase, la ola
tendrá un dolor de aguas verdes...
No sé si me olvidarás
ni si es amor este miedo;
yo solo sé que te vas,
yo solo sé que me quedo.
Y que si te quise ayer,
hoy te siento más tirana
y si así crece el querer
¡cómo te querré mañana!
Amado Nervo (Mexicano)
Ya pasaste por mi casa,
a flor de ti la sonrisa...
Fuiste un ensueño de gasa;
fuiste una gasa en la brisa...
Te vi flotar en la bruma
que tu blancura aureola,
como un boceto de espuma
sobre un pedestal de ola.
Yo, que he buscado el lucero
que a Belén lleva el camino,
preso por lazos de acero
al potro de mi destino,
Pensé: —En sus brazos, con Ella,
¡romperé, acero, tus lazos!
¿Para qué quiere una estrella
quien tiene al cielo en los brazos?
Y tan cerca llegué a verte
que te rozaba mi dedo...
Tuve miedo de quererte...
y ya es querer, tener miedo.
Ansiosos se han emboscado
en mis ojos, mis antojos,
y tú también me has besado
veinte veces con los ojos.
Y tu mano pasionaria,
aquella noche huyó en vano,
porque mi mano corsaria
fue gavilán de tu mano.
Y he sentido que temblaban
tus labios en el café,
cuando mis pies se angustiaban
acorralando tu pie...
Pero te vas, sin dejar
ni una huella en el camino...
Sombra azul que cruza el mar
la borra el azul marino...
No sé si me olvidarás
ni si es amor este miedo;
yo solo sé que te vas,
yo solo sé que me quedo.
Tal vez mañana, un mañana
remoto, traiga a tu lado,
con el sol, por tu ventana,
un rayo azul del pasado.
Releyendo viejas cosas
y evocando cosas idas,
entre amarillentas rosas
y epístolas desvaídas,
Encontrarás al acaso
entre coplas del camino,
como en el fondo de un vaso
roto una mancha de vino.
Al oído de la nieta
tu voz de abuela hablará:
–Son los versos de un poeta
que no sé si existe ya...
Ella dirá: –¿Cómo era?
¿Cruzará ignotos países
y cual tú, sombra viajera,
tendrá los cabellos grises?
Yo, entre tanto, junto al mar,
esperaré tu venida
y en un eterno esperar
se me pasará la vida.
Vida traidora, por quien
todo este Sueño se muere,
si no te hice ningún bien,
¿por qué tu mano me hiere?
Mi voz querrá ensordecer
al propio mar con su llanto:
¿Por qué no la vuelvo a ver,
mi Dios, si la quiero tanto?
Y mi canción irá sola
hacia donde tú te pierdes...
donde ella pase, la ola
tendrá un dolor de aguas verdes...
No sé si me olvidarás
ni si es amor este miedo;
yo solo sé que te vas,
yo solo sé que me quedo.
Y que si te quise ayer,
hoy te siento más tirana
y si así crece el querer
¡cómo te querré mañana!
Amado Nervo (Mexicano)
Amado Nervo era el seudónimo de Juan Crisóstomo Ruiz, poeta y prosista mexicano, perteneciente al movimiento modernista. Nació el 27 de agosto de 1870 en la ciudad de Tepic, en ese entonces en Jalisco, hoy Nayarit, y murió en Montevideo, Uruguay el 24 de mayo de 1919. Fue miembro correspondiente de la Academia Mexicana, no pudo ser miembro de número por residir en el extranjero.
Poeta, autor también de novelas y ensayos, al que se encasilla habitualmente como modernista por su estilo y su época, clasificación frecuentemente matizada por incompatible con el misticismo y tristeza del poeta, sobre todo en sus últimas obras, acudiéndose entonces a combinaciones más complejas de palabras terminadas en "-ismo", que intenta reflejar sentimiento religioso y melancolía, progresivo abandono de artificios técnicos, incluso de la rima, y elegancia en ritmos y cadencias como atributos del estilo de Nervo.
El sonoro nombre de Amado Nervo, frecuentemente tomado por seudónimo, era en realidad el que le habían dado al nacer, tras la decisión de su padre de simplificar su verdadero apellido, Ruiz de Nervo. Él mismo bromeó alguna vez sobre la influencia en su éxito de un nombre tan adecuado a un poeta.
Todo en ella encantaba, todo en ella atraía
su mirada, su gesto, su sonrisa, su andar...
El ingenio de Francia de su boca fluía.
Era llena de gracia, como el Avemaría.
¡Quien la vio, no la pudo ya jamás olvidar!
Ingenua como el agua, diáfana como el día,
rubia y nevada como Margarita sin par,
el influjo de su alma celeste amanecía...
Era llena de gracia, como el Avemaría.
¡Quien la vio, no la pudo ya jamás olvidar!
Cierta dulce y amable dignidad la investía
de no sé qué prestigio lejano y singular.
Más que muchas princesas, princesa parecía:
era llena de gracia como el Avemaría.
¡Quien la vio, no la pudo ya jamás olvidar!
Yo gocé del privilegio de encontrarla en mi vía
dolorosa; por ella tuvo fin mi anhelar
y cadencias arcanas halló mi poesía.
Era llena de gracia como el Avemaría.
¡Quien la vio, no la pudo ya jamás olvidar!
¡Cuánto, cuánto la quise! ¡Por diez años fue mía;
pero flores tan bellas nunca pueden durar!
¡Era llena de gracia, como el Avemaría,
y a la Fuente de gracia, de donde procedía,
se volvió... como gota que se vuelve a la mar!
Jorge
Luis Borges (Argentino)
Jorge Francisco Isidoro Luis Borges (Buenos Aires, 24 de agosto de 1899 – Ginebra, 14 de junio de 1986) fue un escritor argentino, uno de los autores más destacados de la literatura del siglo XX en este país. Publicó ensayos breves, cuentos y poemas. Su obra, fundamental en la literatura y en el pensamiento humano, ha sido objeto de minuciosos análisis y de múltiples interpretaciones, trasciende cualquier clasificación y excluye cualquier tipo de dogmatismo.
Se lo ha presentado como uno de los eruditos más grandes del siglo XX, lo cual no impide que la lectura de sus escritos suscite momentos de viva emoción o de simple distracción. Ontologías fantásticas, genealogías sincrónicas, gramáticas utópicas, geografías novelescas, múltiples historias universales, bestiarios lógicos, silogismos ornitológicos, éticas narrativas, matemáticas imaginarias, thrillers teológicos, nostálgicas geometrías y recuerdos inventados son parte del inmenso paisaje que las obras de Borges ofrece tanto a los estudiosos como al lector casual. Y sobre todas las cosas, la filosofía, concebida como perplejidad, el pensamiento como conjetura, y la poesía, la forma suprema de la racionalidad. Siendo un literato puro pero, paradójicamente, preferido por los semióticos, matemáticos, filólogos, filósofos y mitólogos, Borges ofrece -a través de la perfección de su lenguaje, de sus conocimientos, del universalismo de sus ideas, de la originalidad de sus ficciones y de la belleza de su poesía- una obra que hace honor a la lengua española y la mente universal.
Ciego a los 55 años, personaje polémico, con postura políticas que le impidieron ganar el Premio Nobel de Literatura al que fue candidato durante casi treinta años, Borges siempre soñó con que la posteridad le perdonara sus errores y le concediera la gloria de que se lo recordase por sus mejores textos.
1964
I
Ya no es mágico el mundo. Te han dejado.
Ya no compartirás la clara luna
ni los lentos jardines. Ya no hay una
luna que no sea espejo del pasado,
cristal de soledad, sol de agonías.
Adiós las mutuas manos y las sienes
que acercaba el amor. Hoy sólo tienes
la fiel memoria y los desiertos días.
Nadie pierde (repites vanamente)
sino lo que no tiene y no ha tenido
nunca, pero no basta ser valiente
para aprender el arte del olvido.
Un símbolo, una rosa, te desgarra
y te puede matar una guitarra.
II
Ya no seré feliz. Tal vez no importa.
Hay tantas otras cosas en el mundo;
un instante cualquiera es más profundo
y diverso que el mar. La vida es corta
y aunque las horas son tan largas, una
oscura maravilla nos acecha,
la muerte, ese otro mar, esa otra flecha
que nos libra del sol y de la luna
y del amor. La dicha que me diste
y me quitaste debe ser borrada;
lo que era todo tiene que ser nada.
Sólo que me queda el goce de estar triste,
esa vana costumbre que me inclina
al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina.
I
Ya no es mágico el mundo. Te han dejado.
Ya no compartirás la clara luna
ni los lentos jardines. Ya no hay una
luna que no sea espejo del pasado,
cristal de soledad, sol de agonías.
Adiós las mutuas manos y las sienes
que acercaba el amor. Hoy sólo tienes
la fiel memoria y los desiertos días.
Nadie pierde (repites vanamente)
sino lo que no tiene y no ha tenido
nunca, pero no basta ser valiente
para aprender el arte del olvido.
Un símbolo, una rosa, te desgarra
y te puede matar una guitarra.
II
Ya no seré feliz. Tal vez no importa.
Hay tantas otras cosas en el mundo;
un instante cualquiera es más profundo
y diverso que el mar. La vida es corta
y aunque las horas son tan largas, una
oscura maravilla nos acecha,
la muerte, ese otro mar, esa otra flecha
que nos libra del sol y de la luna
y del amor. La dicha que me diste
y me quitaste debe ser borrada;
lo que era todo tiene que ser nada.
Sólo que me queda el goce de estar triste,
esa vana costumbre que me inclina
al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina.
Amorosa Anticipación
Ni la intimidad de tu frente clara como una fiesta
ni la costumbre de tu cuerpo, aún misterioso y tácito y de niña,
ni la sucesión de tu vida asumiendo palabras o silencios
serán favor tan misterioso
como mirar tu sueño implicado
en la vigilia de mis brazos.
Virgen milagrosamente otra vez por la virtud absolutoria del sueño,
quieta y resplandeciente como una dicha que la memoria elige,
me darás esa orilla de tu vida que tú misma no tienes.
Arrojado a quietud,
divisaré esa playa ultima de tu ser
y te veré por vez primera, quizá,
como Dios ha de verte,
desbaratada la ficción del Tiempo,
sin el amor, sin mí.
Ricardo Eliecer Neftalí Reyes Basoalto, Pablo Neruda
(Parral, 12 de julio de 1904
- Santiago, 23 de septiembre de 1973), fue un poeta y militante comunista chileno, considerado entre los mejores y más
influyentes artistas de su siglo, siendo llamado por el novelista Gabriel García Márquez «el
más grande poeta del siglo XX en cualquier idioma».1 También fue un destacado activista
político, senador, miembro del Comité
Central del Partido Comunista y
precandidato a la presidencia de su país.
Entre sus múltiples reconocimientos destacan el Premio Nobel de Literatura
en 1971 y un Doctorado Honoris Causa
por la Universidad de Oxford. En
palabras del crítico literario Harold Bloom, «ningún
poeta del hemisferio occidental de nuestro siglo admite comparación con él», considerándolo uno de los
veintiséis autores centrales del canon de la literatura occidental de todos los
tiempos. Se encuentra destacado en el movimiento Vanguardia, posmodernismo
Las Palabras. Pablo Neruda
Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras
las que cantan, las que suben y bajan... Me prosterno ante ellas... Las amo,
las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito... Amo tanto las palabras...
Las inesperadas... Las que glotonamente se esperan, se escuchan, hasta que de
pronto caen... Vocablos amados... Brillan como piedras de colores, saltan como
platinados peces, son espuma, hilo, metal, rocío... Persigo algunas palabras...
Son tan hermosas que las quiero poner todas en mi poema... Las agarro al vuelo,
cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio, las pelo, me preparo frente al
plato, las siento cristalinas, vibrantes, ebúrneas, vegetales, aceitosas, como
frutas, como algas, como ágatas, como aceitunas... Y entonces las revuelvo, las
agito, me las bebo, me las zampo, las trituro, las emperejilo, las liberto...
Las dejo como estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera bruñida, como
carbón, como restos de naufragio, regalos de la ola... Todo está en la
palabra... Una idea entera se cambia porque una palabra se trasladó de sitio, o
porque otra se sentó como una reinita adentro de una frase que no la esperaba y
que le obedeció... Tienen sombra, transparencia, peso, plumas, pelos, tienen de
todo lo que se les fue agregando de tanto rodar por el río, de tanto transmigrar
de patria, de tanto ser raíces... Son antiquísimas y recientísimas... Viven en
el féretro escondido y en la flor apenas comenzada... Qué buen idioma el mío,
qué buena lengua heredamos de los conquistadores torvos... Estos andaban a
zancadas por las tremendas cordilleras, por las Américas encrespadas, buscando
patatas, butifarras, frijolitos, tabaco negro, oro, maíz, huevos fritos, con
aquel apetito voraz que nunca más se ha visto en el mundo... Todo se lo
tragaban, con religiones, pirámides, tribus, idolatrías iguales a las que ellos
traían en sus grandes bolsas... Por donde pasaban quedaba arrasada la tierra...
Pero a los bárbaros se les caían de las botas, de las barbas, de los yelmos, de
las herraduras, como piedrecitas, las palabras luminosas que se quedaron aquí
resplandecientes... el idioma. Salimos perdiendo... Salimos ganando... Se
llevaron el oro y nos dejaron el oro... Se lo llevaron todo y nos dejaron
todo... Nos dejaron las palabras.
Pablo Neruda, Confieso que he vivido: memorias.
Mario Orlando Hardy Hamlet Brenno Benedetti Farrugia
(Paso de los Toros, Uruguay, 14 de septiembre de 1920 – Montevideo, Uruguay, 17 de mayo de 2009), más conocido como Mario Benedetti,
fue un escritor y poeta uruguayo integrante de la Generación del 45, a la
que pertenecen también Idea Vilariño y Juan Carlos Onetti, entre
otros. Su prolífica producción literaria incluyó más de 80 libros, algunos de
los cuales fueron traducidos a más de 20 idiomas.
Generación del 45
Mario Benedetti
Las palabras
No me gaste las palabras
no cambie el significado
mire que lo que yo quiero
lo tengo bastante claro
si usted habla de progreso
nada más que por hablar
mire que todos sabemos
que adelante no es atrás
si está contra la violencia
pero nos apunta bien
si la violencia va y vuelve
no se me queje después
si usted pide garantías
sólo para su corral
mire que el pueblo conoce
lo que hay que garantizar
no me gaste las palabras
no cambie el significado
mire que lo que yo quiero
lo tengo bastante claro
si habla de paz pero tiene
costumbre de torturar
mire que hay para ese vicio
una cura radical
si escribe reforma agraria
pero sólo en el papel
mire que si el pueblo avanza
la tierra viene con él
si está entregando el país
y habla de soberanía
quién va a dudar que usted es
soberana porquería
no me gaste las palabras
no cambie el significado
mire que lo que yo quiero
lo tengo bastante claro
no me ensucie las palabras
no les quite su sabor
y límpiese bien la boca
si dice revolución.
CUENTO
Chac Mool
[Cuento. Texto completo]
Carlos Fuentes
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